Un lugar que nos hace más ciudad, La Casita de San José
En estos momentos de crisis sanitaria y económica, desde Noticias Astorga hemos querido acercarnos a uno de los lugares que “pasa de puntillas“ para la gran mayoría de la sociedad astorgana, pero que desarrolla una labor fundamental para muchas personas con necesidad.
De la mano de Juan Manuel Prieto Álvarez (Juanma), vamos a conocer un lugar mágico y que consigue dar un poco de esperanza a miles de personas que han pasado por este lugar.
Juanma, responsable de la casita de San José, lleva 29 años trabajando con los más necesitados y se le escapa una sonrisa recordando momentos vividos y sabiendo el mucho bien que se ha hecho por tantas personas.
El nombre de La casita de San José podría ser porque San José y la Virgen María estaban sin casa y San José tuvo que buscar un lugar para que su familia pudiera tener refugio y esto es lo que es, un pequeño refugio también para muchas personas que no tienen dónde dormir.
La Casita de San José nació en el año 1986. En sus comienzos estuvo en la calle Corregidor Costilla en un antiguo dispensario médico que era del Obispado y una vez que se generalizó la sanidad pública, estos dispensarios ya no tenían razón de ser y el Obispado y Cáritas Diocesana decidieron crear un albergue para transeúntes de corta estancia.
Es importante indicar que Cáritas a nivel nacional tiene tres tipos de albergues: de corta, de media y de larga estancia.
El albergue de Astorga es de corta estancia y tiene una capacidad para 16 personas, aunque ahora por la Covid19 se ha reducido a 8 personas, se prestan todos los servicios que una persona puede necesitar: ropero, comida y lavandería.
Aunque se trate de un albergue de corta estancia, si por motivos excepcionales alguien lo necesita, se puede alargar la estancia, bien por temas sanitarios, profesionales o legales (que encuentre una forma de vida en la ciudad y necesite una pequeña ayuda para arrancar).
Sin duda alguna, la Casita de San José es un bien público, que presta un servicio muy importante y que nos hace más ciudad.
Juanma nos cuenta que la gente que acude aquí, en general, es agradecida y respetuosa y tras 10 años de la inauguración de las nuevas instalaciones en la calle Martínez Salazar, éstas se encuentran prácticamente como nuevas. «No hay ni un rayón en las puertas, lo que demuestra el respeto de los usuarios de las instalaciones».
El albergue se financia con fondos propios de Cáritas Nacional, Cáritas Diocesana, el Obispado de Astorga, así como una subvención de la Junta de Castilla y León.
La comida se cocina en el Centro Social las Cinco Llagas (perteneciente también a Cáritas Diocesana), desde donde se transporta para darle a las personas sin hogar productos cocinados a diario y de primera calidad.
También tenemos la suerte de contar con empresas de alimentación de la ciudad de Astorga que colaboran con la Casita de San José, como por ejemplo la Carnicería Corleal, que todos los días lleva varios platos cocinados para los usuarios presentes ese día.
“Naturalmente estamos abiertos a más colaboraciones por parte de las empresas de la ciudad, ya que en estos momentos toda la ayuda es poca debido a la alta necesidad ocasionada por los problemas que el país sufre a nivel sanitario y económico.”
El perfil de los usuarios de la casita de San José es, en un 94% hombres, el 72% son españoles; del 28% restante, el 20% son de la Unión Europea, por lo tanto, no se consideran extranjeros a nivel asistencial. El 8% restante son los considerados extranjeros donde se incluyen africanos, americanos y asiáticos.
Un 60 % son personas entre 45 y 60 años, y un 20% más de 60 años y raramente entre los 18 y 30 años.
“Nosotros no podemos atender a los menores por la legislación actual. En caso de aparecer un menor, tenemos que informar y ponerlo en disposición de la Fiscalía de menores.”
Se calcula que en España hay alrededor de 30.000 personas que viven en la calle sin hogar o en infraviviendas. Cuando hablamos de infraviviendas, no nos referimos al chabolismo del que se estima puede haber como 1,2 millones de personas en España. Hablamos de viviendas en peores condiciones, no estables, sin electricidad, sin agua sanitaria ni ningún tipo de servicio.
La casita de San José está abierta durante todo el año, excepto las noches del sábado y el domingo y durante el mes de agosto para las labores de mantenimiento más profundas. Trabaja solo una persona a jornada completa y existe un servicio de limpieza por horas que atiende todas las instalaciones.
El esfuerzo que se realiza al tener solo una persona atendiendo todo, se motiva para intentar que los recursos puedan ser más aprovechados por los residentes de las instalaciones.
Aunque solo las ciudades de más de 25.000 habitantes están obligadas a disponer de un albergue, en la ciudad de Astorga, con poco más de 10.000 habitantes, gracias al obispado podemos contar con este importante servicio que nos hace más ciudad.
Una vez que una persona llega a nuestras instalaciones, se ha de llevar a cabo el Protocolo Covid para proteger la salud de todos, extremando las medidas de seguridad sanitaria. Se les proporciona manutención, pero se tienen que hacer la cama, tienen la obligación de ducharse y, si lo necesitan, tienen a su disposición un ropero y un servicio de lavandería.
Hay 4 habitaciones individuales, una doble con 2 camas para parejas y otras dos con 4 literas. Las habitaciones son acogedoras pero muy básicas pero con todo lo necesario para hacer que la estancia sea lo más cómoda posible.
Las zonas comunes son un lugar muy importante, ya que disponen de Wi-Fi, televisión, una pequeña biblioteca y, sobre todo, poder charlar con gente que se encuentra en su misma situación.
Si en un futuro tuvieran más recursos, intentarían abrir también los fines de semana. Desde la Casita de San José se continúa pidiendo colaboración a las autoridades municipales para que no recaiga todo el peso del coste sobre Cáritas Diocesana como lleva ocurriendo desde su comienzo.
La vivienda es un derecho fundamental y al no ser real este derecho, lugares como este albergue son muy importantes, ya que la falta de vivienda afecta a la salud tanto física como mental, y contribuye al deterioro de la forma de vida.
El día 25 de octubre se celebra el Día Mundial de las personas sin hogar. Para concienciar a la sociedad, Cáritas Diocesana y las demás asociaciones que trabajan con estas personas buscan sensibilizar y que el colectivo no caiga en el olvido.